LA FAMILIA DE OSVALDO BUSTOS

Un poco de historia

EPEC y su relación con una familia cordobesa
 
Todo el relato anterior referido a los orígenes y evolución de la actual Empresa Provincial de Energía de Córdoba, sirve de marco general de un aspecto particular: la participación en ella de tres generaciones de una familia cordobesa.

Debido a la inexistencia de archivos de los tiempos de la EBASCO y sus subsidiarias a comienzos de este siglo, resulta prácticamente imposible la narración exacta de lo por entonces ocurrido.

Rafael Bernardo Bustos, nació en Punilla un 24 de octubre de 1874. Sus padres fueron Wenceslada Oliva y Ventura Bustos.

Por alguna razón, él solo o con su familia se trasladó a la ciudad de Córdoba a comienzos del siglo veinte.

En ella, pronto logró ubicarse en la Compañía de Luz y Fuerza Motriz de Córdoba.

La energía eléctrica había llegado a la ciudad mediante la concesión otorgada a Mac-Kinley y Cía. Por medio de la ley provincial Nº 1.293 del 21 de diciembre de 1893. La firmaron; José del Viso, V. Peña, I.M. Garzón e I.S. Figueroa.

Era la época en que el gobernador ganaba $ 800,00 mensuales, según lo consigna la ley de Presupuesto del año 1894.

En el año 1926, Rafael Bernardo Bustos había alcanzado la jefatura de Redes de la Compañía.

Sulkys y carros tirados por caballos constituían la "flota de vehículos" de aquél momento.

Algunos comentarios, indican que no se desaprovechó oportunidad para hablar en público y quienes lo conocieron, lo recuerdan con respeto y consideración, diciendo que era un buen jefe y que sabía como tratar a su personal.

Alrededor del año 1930, pasa a disfrutar de los beneficios de la jubilación.

Rafael Bernardo Bustos falleció el 18 de octubre de 1939.

El 4 de febrero de 1944 nace el Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba.

Recién el 19 de septiembre de 1944, se produjo el ingreso a la Compañía de luz y Fuerza Motriz de Córdoba de Rafael Casimiro Bustos.

Sus primeras tareas fueron las de peón bobinador de transformadores monofásicos de 5 y 10 KVA, General Electric de 13.200/230 Voltios.

El lugar era el Taller de Transformadores. Estaba ubicado en calle Tucumán esquina Humberto Primo.

El sitio era conocido como el corralón de la calle Tucumán. Recibía ese nombre porque originariamente era eso, un corralón donde la Compañía de Luz y Fuerza Motriz tenía las caballerizas, las chatas para las cuadrillas y los sulkys para los jefes. Es aquí, donde a comienzo de siglo su padre, Rafael Bernardo salía con el "vehículo" que le asignara la Compañía para recorrer las líneas. Y en algunas oportunidades no solo a eso, sino también a mediarlas. Ahora bien, "la tecnología" de la época obligaba a agudizar el ingenio. Entonces, se calculaba el diámetro de las ruedas del sulky, se le ataba un trapo que servía así de marca, y se daba comienzo con el recorrido. Era indispensable trabajar en pareja. Uno conducía y el otro contaba cada una de las vueltas que daba la rueda. Al final del viaje, multiplicando cantidad de vueltas por el diámetro brindaba como resultado la longitud total de la línea tendida o a tender.

En 1944, el Taller de Transformadores de la Compañía de Luz y Fuerza Motriz de Córdoba, reemplazaba al antiguo corralón.

En los años ochenta, la historia se repetiría con diferencia de pocos metros.

Rafael Casimiro Bustos trabajó bajo las órdenes de los señores Suky, Moreau y Ballesteros.

A mediados del año 1947, este taller se unifica con el perteneciente a la Compañía General de Electricidad, pasando a funcionar en el predio ubicado en calle Mendoza esquina La Rioja.

Como resultado de ello, Rafael Bustos se beneficia al ser ascendido a la categoría 7.

Por esa época, los jefes eran los señores Fernández y Moreau.

Luego, la Empresa decide efectuar algunas ampliaciones en la Usina Mendoza, por lo que en los últimos meses del año 1949, el taller se muda nuevamente, pero ahora a Villa Revol, a un galpón cedido en préstamo por Almacenes, en calle Malagueño esquina Av. Madrid (camino a San Carlos).

Es allí donde recibe una fuerte descarga eléctrica, cuando estaba a unos siete metros de altura sin haber tomado las precauciones necesarias. Comentó luego, que en ése último instante de vida, en el que parecía que ya todo estaba perdido, cuando tenía la lengua trabada y no podía articular palabra para solicitar ayuda, cuando sus manos y brazos no respondían, él aseguró que pasaron por su mente la imagen de su esposa Irma Cecilia y de su hijo Osvaldo, en una triste e irremediable despedida. Fue en ese momento en que la llave general fue accionada y con ello cortado el paso de la corriente eléctrica. Se salvó justo a tiempo. Y con ello siempre estuvo agradecido con aquél que le salvó la vida, en un acto de arrojo que nunca pudo olvidar. Al entonces compañero Poncio le debió el "poder contar el cuento".

También en ese mismo edificio tuvo que vérselas con principios de incendio y peligros de explosión. Otro tanto sucedió en la por entonces llamada Usina Rebaje, hoy Guardia y Reclamos Sur.

Recién entre los años 1957-58 se introdujeron los primeros tornos de bobinar a moto, construidos en el taller bajo la dirección del entonces jefe Antonio Blanquer.

Como consecuencia de los trabajos realizados, Rafael Casimiro Bustos pasa a la categoria8, y luego a la 9 "Oficial Especializado". Es entonces, cuando sucede algo sorprendente en su vida y en la del taller.

El jefe Antonio Blanquer, se interna en un sanatorio para someterse a una intervención quirúrgica. Al frente del taller quedó el subjefe Renato Marenghi. Y eso fue lo que todos creyeron. Pero no fue así, ya que con sorpresa general, también debe internarse en el mismo sanatorio para una operación de urgencia.

El ingeniero jefe Nores Moyano se dirigió a Rafael Casimiro Bustos con estas palabras: Bustos, hágase cargo del taller...

De esta forma, alcanzó a ser jefe interino del taller que tanto quería. Pero lo afectivo no era suficiente. Hacía falta algo de coraje y mucho de decisión. Las tareas en curso así lo exigían. Y éstas eran: el rebobinado de un transformador trifásico The Brithish de 1500 KVA y de 13200/2200 Voltios, algo de lo mas complicado para la época. Además se descargaron dos transformadores trifásicos ASG de 8000 KVA y de 66000/13200 Voltios en Usina Deán Funes, los mayores que EPEC había puesto en servicio hasta ese momento.

Luego de varias semanas, los jefes formales se reintegraron a sus puestos, y él volvió a sus tareas de oficial especializado.

Pero la satisfacción por el trabajo bien realizado ya lo acompañaba.

El jefe Antonio Blanquer realizó numerosas gestiones con la finalidad de obtener la construcción de un ámbito apropiado para el desempeño de tareas complejas e importantes, como las que eran habituales por aquellos tiempos.

El esfuerzo tuvo su recompensa a comienzos del año 1961, un nuevo edificio brindó las comodidades necesarias para un taller en constante expansión, para poder atender los requerimientos crecientes de una provincia progresista.

"En los años 50 y 60 se produce una verdadera explosión industrial. De 14.547 establecimientos en 1954, se pasa a los 20.151 de 1964. Se desarrolla también la fabricación de máquinas e implementos agrícolas, en especial en la zona que va desde Córdoba a Marcos Juárez". (1) Nuevas fábricas de automóviles, tractores, aviones y muchas mas de diversas características, exigían un servicio eléctrico adecuado del que no podía estar ausente con su esfuerzo este Taller de Transformadores, que luego recibió el nombre de aquél que tanto hizo por alcanzar el sueño del edificio propio: Antonio Blanquer, quien por una burla del destino no llegó a ver su habilitación, ya que falleció el 8 de Agosto de 1959, a los 37 años de edad, cuando faltaba muy poco para la inauguración.

Superado el mal trance, era necesario realizar los corrimientos imprescindibles. Por ello, asciende Renato Marenghi a jefe de taller, y por pedido y acuerdo de todo el personal del sector, Rafael Casimiro Bustos pasa a ser el flamante subjefe.

Parece ser, que en muchos lugares de Villa Revol, siempre fue costumbre dirigirse a sus compañeros por medio de algún discurso en cuanta oportunidad se presentaba como propicia.

Si no lo fue para la mayoría, si lo fue para él. Este relato se nutre de muchos pasajes de sus palabrees.

En 1968, en la reunión de fin de año, en un discurso valiente y notable, dijo en sus partes mas importantes:

"... debido al esfuerzo mancomunado de todos, han salido de nuestro taller mas de 400 transformadores..." Continuando en otro tramo: "Esa cantidad de trabajo es prácticamente el doble que el año anterior" Agregando: "No obstante, aunque hayamos duplicado nuestro esfuerzo, (...) hoy justamente a un año de cuando dimos un valor estimativo de 60 millones de pesos, en transformadores que vegetan y se deterioran en la playa por no ser reparados, asistimos como mudos espectadores y azorados al mismo tiempo, porque la cantidad de transformadores averiados ha aumentado notablemente y los 60 millones han quedado atrás y es posible que estemos cerca de 100 millones de pesos de capital de la Empresa paralizados.

Aquí cabe un llamado a todo el personal y muy especialmente a nuestro compañero jefe de taller, para que reaccione a tiempo con el dinamisno que le es característico, y haga todo lo posible para tratar de conjurar y dar solución a esto, que con el tiempo tendrá consecuencias imprevisibles.

Nuestro taller aparece a la vista de todos nosotros prácticamente saturado de transformadores averiados, que se continúa en dos playas..." Expresando después: "Creo que agilizando esos trabajos nuestra Empresa saldrá beneficiada, nuestro Taller aparecerá más ordenado y limpio y nosotros trabajaremos más a gusto y los trabajos serán mas correctos..." Y para finalizar dijo: "Compañeros creo que como personas y como trabajadores, con el aporte de nuestro esfuerzo, hemos cumplido con la sociedad, con nuestra Empresa y con el pueblo de la Provincia de Córdoba. Allí donde llegue nuestra influencia, allí donde EPEC instale un transformador..."

El 19 de Septiembre de 1969, con motivo de sus Bodas de Plata como trabajador de una empresa de servicio público de electricidad, además de efectuar una narración histórica de su vida laboral, dijo en la parte final: "Agradezco a todos Uds. la colaboración que siempre me han prestado y también (quiero) hacerles llegar un deseo, que es el que se superen día a día, para que de ese Taller salgan los trabajos mejor realizados y al mismo tiempo, sirva de ejemplo a todas las demás secciones de la Empresa Provincial de Energía de Córdoba."

Los dos discursos anteriores fueron dichos a compañeros en su lugar de trabajo. Lo siguiente lo dijo el 13 de julio de 1970 a alas autoridades del momento, cuando le entregaron la medalla recordatoria por sus 25 años con la Empresa. En ese momento el gobierno estaba ocupado por militares y la democracia era solo un lejano recuerdo.

Dirigiéndose al Honorable Directorio de la Empresa Provincial de Energía de Córdoba, luego del consabido relato histórico de su trayectoria laboral, expresó en su parte mas importante: "Dado que EPEC es una empresa argentina, dirigida por argentinos, considero de fundamental importancia, que el Honorable Directorio haga una o dos visitas anuales a las diferentes reparticiones de la Empresa, se interiorice de su trabajo, converse con el personal en su lugar de trabajo, recepte inquietudes e introduzcan mejoras de acuerdo a observaciones realizadas por el personal..." Mas adelante continuaba: "hemos aprendido que en cualquier empresa, lo mas importante que ella tiene es el ser humano, entonces hay que proporcionarle todos los medios necesarios, para que él realice sus tareas con seguridad y eficacia..." Finalizando con el contundente párrafo siguiente: "Esta es una simple expresión de anhelo, a la que sumo mis más sinceros deseos, de que a corto plazo se normalicen todas las instituciones en sus diferentes actividades, y que la paz y concordancia reine entre todos los que pueblan este bendito suelo argentino"

El 24 de Marzo de 1976, la democracia fue nuevamente atacada. Un golpe de estado puso a los militares otra vez en el poder. La guerrilla urbana acrecentó sus actividades. Bombas, tiroteos, secuestros, muertes y desapariciones de personas fueron los condimentos de una realidad cotidiana durante el llamado "gobierno del proceso".

Con esas condiciones como entorno, el 31 de marzo de 1978 se decidió a hablar en el acto realizado en el edificio de la Administración Central, con motivo de los 25 años de la autarquización de la EPEC.

El entonces Presidente de la Empresa, ingeniero Raúl Stinson, lo autorizó pocos minutos antes de comenzar las ceremonias.

Estaban presentes los personajes más importantes del quehacer provincial. Y éstos eran: el Gobernador, Gral. Chasseing; el Intendente Romanutti; el (temible) jefe del tercer Cuerpo de Ejército Gral. Menéndez y el Arzobispo de Córdoba, Cardenal Raúl Francisco Primatesta.

La prensa también estaba presente. Ese día por la tarde, el vespertino "Córdoba" presentaba el acontecimiento como nota de tapa. El artículo periodístico era acompañado con una fotografía: la de Rafael Casimiro Bustos dirigiéndose a los presentes.

Hizo un relato de la evolución de la Empresa, pero se dio un tiempo para recordar a su padre Rafael Bernardo al decir: "Cuando era niño de 4 o 5 años, en 1926 o 1927, mi padre que era por entonces Jefe de Distribución de Redes de la Compañía de Luz y Fuerza, me llevó a dar una vuelta en un sulky negro con capota, tirado por un buen caballo, siendo éste el medio de movilidad que la Compañía ponía a su disposición para controlar los trabajos de tendido de las redes eléctricas..."

Y ya referiéndose a la Empresa en concreto expresó: "Los comienzos de EPEC fueron duros y se vio obligada a tomar medidas poco gratas a su pueblo. En las horas de pico de carga, la energía era insuficiente para mantener el servicio, teniendo que hacer cortes parciales de corriente. La gente hacía oír su protesta al quedar en la oscuridad. EPEC siguió aportando mas energía con la primera Usina Deán Funes y con dos transformadores de 66.000 a 13.000 Voltios. Estos transformadores y la energía que se recibía eran de Agua y Energía de la Nación..." Agregando después: "A partir de ahí EPEC empieza a transformar a la ciudad y a la provincia de Córdoba..." Diciendo en otro tramo: "Los trabajadores de EPEC que participamos de esas tareas, agradecemos a Dios el buen uso del esfuerzo de nuestras vidas..."

Su ciclo laboral culminó un jueves 24 de Abril de 1980.

Pero el viernes 18 de ese mismo mes, otro integrante de la familia se sumaba al quehacer de la Empresa: su hijo Osvaldo.

Para despedirse eligió una forma original. Durante su última semana laboral - del 18 al 24 de Abril -, se despidió de sus compañeros y de su querido Taller recordando algunos de los tantos mensajes que dijo en cualquier tiempo y lugar, o sea donde fuere necesario.

El último discurso como empleado de EPEC lo leyó el 24 de Abril. Pero antes hicieron uso de la Palabra, varios de sus compañeros.

Uno de ellos fue el ingeniero Sixto Ceballos, que lo hizo en una sentida e improvisada alocución de la que no se cuenta con datos.

A su turno, Roberto Ebole dijo: "...quisiera mencionar algunos de sus ejemplos de hombre y trabajador. Su entrañable amor al lugar de trabajo, en este caso el Taller de Transformadores, al que defendió y resaltó con valentía y orgullo, en cualquier parte y sobre todo en los mas altos niveles de la Empresa, ante cualquier autoridad, cualquiera fuese su jerarquía, adelantando y haciendo saber las posibles necesidades para el mismo, sin descuidar en ningún momento los trabajos de infraestructura..." Agregando mas adelante: "Por su incorruptible conducta al no ser fácil presa de las ambiciones de ascensos o egoísmos personales" Y finalizó diciendo: "Es por todo esto que yo me siento agradecido y si Ud. me lo permite, lo estrecho en un fuerte abrazo, como lo haría con un hermano, o con mi padre, deseándole muchas felicidades."

Alberto Jiménez, que lograra su título de ingeniero electricista poco tiempo después, en julio de ese mismo año, decía en una parte de su exposición: " ...rendimos homenaje a un hombre, destacado en el cumplimiento de la diaria tarea impuesta por la sociedad a todos sus integrantes, además sostenida con admirable dignidad." Finalizando mas adelante con: " "Don Bustos nos enseñó con su ejemplo, (a) imponer lo razonable como válido, por tanto lo despedimos con alegría".

Luis Félix Barrionuevo, tituló a sus palabras como "Carta Abierta" manifestando en un tramo de la misma lo siguiente: "Hoy nos toca decirle adiós, y en esta rara vivencia se entremezclan la alegría y la pena. La alegría porque significa la culminación de sus esfuerzos, de sus obligaciones laborales como aporte a la sociedad; y de pena porque dejamos el contacto diario, con un ser humano de sus características, que supo ser a la vez AMIGO, JEFE y COMPAÑERO (N.R.: así escrito en el original). Después agregó: " ...para u obrero puede ser muy difícil comprender a un jefe, pero es una tarea de ELEGIDOS comprender y llevarse bien con cuarenta obreros. Ud. Lo ha logrado y puedo asegurarle tiene nuestro reconocimiento."

Cerrando la lista de oradores, Rafael Casimiro Bustos manifestó en una parte: "... al despedirme, les manifiesto que me siento feliz de haber sido uno mas entre los integrantes del personal de este Taller. Agradezco el apoyo y la colaboración que me han prestado en el desempeño de mis funciones. (...) No me arrepiento de haber dado mi esfuerzo el Taller de Transformadores de la Empresa Provincial de Energía de Córdoba..."

Al producirse la reunión de camarería en que sus compañeros lo despidieron formalmente, el 1º de Agosto de 1980, tras otra seguidilla de discursos, no le quedó otra alternativa a su hijo Osvaldo que hacer lo propio. No era cuestión que creyeran que el estilo no resultaba contagioso. Comenzó de esta manera: "Los hasta hoy compañeros de tareas, te dan la despedida como trabajador de tu querido Taller de Transformadores. En nombre de nuestra familia, te doy la bienvenida a una vida hogareña, en la que lograrás seguramente un justo premio y merecido descanso después de treinta y cinco años de ininterrumpida labor."

Y siguió hablando, pero ya es suficiente.

Jubilado Rafael Casimiro Bustos, la familia continuó presente en la Empresa, pero ahora con su hijo Osvaldo.

Ingresó un 18 de Abril de 1980 a la Oficina Usuarios Especiales, ubicada en el primer subsuelo del moderno edificio de la Administración Central, situado entre las calles Sucre, Tablada, Tucumán y Bv. Mitre. Osea, donde anteriormente estaba la Usina Tablada de la Compañía de Luz y Fuerza de Córdoba, a solo una cuadra del antiguo "corralón de calle Tucumán", actual Parque Automotor.

Sus primeros jefes fueron la Sra. De Soppe y el Sr. Antonio Altamirano.

Poco tiempo permaneció en ese lugar. En Septiembre de ese mismo año, mediante las gestiones del entonces Gerente de Finanzas, Cr. Montoya, fue trasladado a la Oficina Contabilidad central, en el segundo piso. Los jefes eran los Sres. Loyácono y Velasco. Fue destinado a la sección Bienes de Uso, que tenía por encargado al Sr. Moreyra.

Tres años permaneció en la categoría 8 con la que había ingresado. Recién después de ser cambiado de sección y pasar a la de Teneduría de Libros, en donde la encargada era la Srta. Marina Loyola, logró ser ascendido a la categoría 10.

Esta etapa de su vida laboral es recordada con mucho cariño. En ella encontró no solo buenos compañeros, sino también excelentes amigos. Por ejemplo, junto con la después contadora Marta Gerlero (Cuqui) apadrinó al pequeño Javier, hijo de Jorge Buffa. Silvia Demo participaría después activamente en la organización del casamiento de Osvaldo en septiembre de 1995.

En otro mes de Septiembre, pero de 1986, fue el momento adecuado para un nuevo traslado.

Esta vez, el destino fue la Auditoría General, ubicada en el sexto piso del mismo edificio. A ella llegó ascendido a la categoría 11. Los jefes principales eran el Licenciado Marega, el Contador Casinghino y el Profesor Seade.

Fue necesario un duro proceso de adaptación al nuevo ámbito.

La obligación de viajar periódicamente a diversos lugares de la provincia; la nueva realidad de ser recibido en todas las dependencias de la Empresa como "el auditor", o sea el personaje que molesta e incomoda con sus controles de rutina; y la convivencia con una oficina multitudinaria, generaron en él cierta crisis de la que pudo salir con la ayuda de los nuevos amigos auditores que pudo lograr.

Aquí nacen nuevas expectativas. Aquí aprende a querer a la EPEC mucho más.

La historia de la Empresa y de muchas familias como ésta continúa desarrollándose, pero este relato llega por ahora a su fin, preparándose todos; Empresa, empleados y la comunidad, para los importantes cambios que los afectarán en el futuro inmediato.

Casi ochenta años han sido condensados en un relato de abuelos, hijos y nietos que participaron o continúan haciéndolo de variada forma y con diversa fortuna.

Pero aparte del parentesco, algo en común los une: el cariño por la hasta hoy llamada EMPRESA PROVINCIAL DE ENERGÍA DE CÓRDOBA.

Córdoba, 29 de Junio de 1998.-

 
 
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